Columna Diario Clarín, Economía (21/01/2018) por Cecilia Sanjurjo gerente de RR.HH. de Grupo Hasar.
La nueva generación impulsó cambios en las organizaciones.
Los millennials son jóvenes activos e inquietos que crecieron en un ambiente en donde la tecnología y la información estuvieron siempre a su disposición. Son personas que encuentran el sentido de la vida en la posibilidad de generar un impacto con aquello que hacen o emprenden; la razón por la que trabajan no necesariamente está orientada a ser sustento de una familia y hacer carrera en una misma organización, sino que lo hacen para ser parte de un proyecto que les interese y en donde puedan innovar y aportar ideas más allá de la categoría que ocupen en determinada organización. Definitivamente son personas desafiantes, que no se quedan con la primera respuesta a sus preguntas, y que son sumamente efectivas cuando se comprometen y “compran” el proyecto en que están participando.
El desafío se plantea a la hora de integrar a los millennials a las empresas donde conviven con paradigmas de otras épocas. Por caso, empleados acostumbrados a cumplir un horario rígido, con la expectativa de hacer carrera y jubilarse después de muchos años en la misma compañía.
Hoy esta generación llega a la entrevista laboral preguntando por la flexibilidad horaria, la posibilidad de hacer trabajo remoto, la política de vacaciones y el objetivo final de los proyectos en los que trabajarán, porque deben sentirse muy involucrados para encontrar satisfacción en el trabajo.
Necesitan feedback permanente y las formalidades les cuestan: lo demuestran desde la forma de vestirse –el traje, por ejemplo, quedó en la historia y dio paso a las zapatillas- y en el trato con sus superiores -quienes deben ganarse su respeto porque ya no viene dado implícitamente con el cargo-, que es mucho más horizontal. Todo esto era impensado tiempo atrás y, de alguna manera, “obligó” a las empresas a implementar cambios para atraer y retener los talentos jóvenes.
En Grupo Hasar, por ejemplo, se buscan perfiles de IT que vienen con las clásicas características de los millennials: innovadores, inquietos, altamente productivos cuando están motivados y a la vez muy demandantes, buscando dejar su huella en el mundo. Es una generación que tiene otros modelos mentales, aspecto que deben tener en cuenta quienes sean sus líderes – sobre todo de otras generaciones-, a quienes les cuesta asimilar que los millennials sean demandantes y vayan en contra de algunos ideales de su propia historia laboral. La empatía es fundamental para poder tener equipos de trabajo productivos.
Realizar desayunos de networking con líderes, en donde a través de diferentes disparadores cada líder comparte sus propias vivencias respecto a los millennials y sus distancias generacionales, es una buena acción para que salgan todos enriquecidos al compartir experiencias, ya que toman ideas y, sobre todo, no sentirse solos en esta “cruzada”, comprueban que los problemas de su día a día también los enfrentan los pares de otros equipos.
Algunos de los obstáculos para la integración de esta generación se relacionan justamente con estas diferencias de valores y la dificultad natural de ponerse en el lugar del otro. Esto es lo que hay que trabajar en los equipos para lograr la integración y para que cada persona pueda dar lo mejor de sí y hacer su mejor aporte.
En la medida que se va logrando, esta integración de los millennials a los equipos de trabajo ofrece varias ventajas, ya que una de las fortalezas que tiene esta generación es que son altamente productivos si logran adueñarse del objetivo de un proyecto en particular, si se suman con convencimiento al proyecto en el que participan, entonces logran obtener buenos resultados graias a su impronta innovadora.
Para motivarlos, y más allá de revisar algunos beneficios formales y otorgar flexibilidad en varios aspectos, en la dinámica de trabajo diario es necesario que los millennials participen en los proyectos, que se les comunique qué es lo que se va a hacer y cuál es el objetivo, con el propósito de integrarlos en todo el proceso.
Sin duda, cada generación tiene algo que enseñar y algo que aprender de las demás: en el caso de los millennials, pueden aprender de sus antecesores que no siempre el trabajo que hacemos genera impacto por sí mismo, sino que a veces puede ser parte de un producto conseguido en equipo y a largo plazo. A la vez, estos jóvenes podrían enseñarles a sus compañeros de generaciones anteriores a ser menos rígidos y a que trabajar en horarios fijos y desde la oficina no siempre es necesario para cumplir con un proyecto.
Es necesario que las empresas se adapten a este nuevo modelo de liderazgo que se necesita para llevar adelante proyectos con diferentes generaciones, buscando aprovechar las ventajas de los más jóvenes y complementarlas con el know how del personal que hace años trabaja y conoce a fondo el negocio.
Crear una empresa con desafíos interesantes, con grandes proyectos y con un ambiente de trabajo favorece que las nuevas generaciones se sientan cómodas. Sabemos que el valor está en el grupo humano, y nos debemos preocupar por desarrollar en el día a día ese valor.
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